Crónica de Mark Knopfler. Multitusos do Sar, Santiago de Compostela. 29 de julio de 2015. Pequeños Grandes Momentos. Autor: Rosario López. Fuente: Wikimedia Commons

Texto: Javier Fraiz

Determinados conciertos no se terminan con el último bis. Es como si la banda siguiera tocando mientras la marabunta abandona el recinto y aún paladea aquel rasgueo que «sonaba muy bien, aunque nada que ver con el disco». Los aficionados se despiden en grupos, valorando el resultado. Alguno repasa ensimismado el eco del riff que le voló la cabeza. «¿Del 1 al 10? ¡Un 12,5!», resuelve uno entre los más entusiastas por el espectáculo que acababa de dar Mark Knopfler, leyenda viva con diferentes trajes.

Rondando los 66 años, el exlíder de los Dire Straits paseó una decena de guitarras, locuaces bajo su modo característico de tocar sin púa. Ocho mil personas, con la última remesa de entradas despachadas justo antes de empezar, abarrotaron este miércoles el Multiusos do Sar de Santiago de Compostela. Era la segunda vez en un lustro en la capital gallega y Mark Knopfler se declaró encantado de regresar. Mediana edad como edad media y una vista panorámica de móviles de última generación que sustituyeron los mecheros de la nostalgia. Cientos de abanicos ahuyentaban el calor asfixiante que sufrió el público, tanto en la pista como en las gradas del recinto deportivo.

El escocés, considerado uno de los mejores de la historia en las seis cuerdas, está de gira mundial presentando su octavo disco en solitario «Tracker«. Un álbum que ideó en buena parte en la gira de 2011 junto a Bob Dylan y con el que ha llegado a colocarse tercero en la lista de discos más vendidos de Inglaterra, la mejor posición en toda su carrera en solitario. En el escenario compostelano, el de Glasgow compensó el sofoco del público, por las elevadas temperaturas dentro del pabellón, con su lectura actual de las cosas, mucho más templada.

La historia cuenta que la distancia y la deshumanización de las grandes giras con los Dire Straits lo llevaron a mudar el paso, a probar en solitario. No se prodiga en más que dos o tres alusiones al público y la presentación de sus músicos. No obstante, las multitudes lo siguen rodeando (un multitudinario «oé, oé» animó a su banda a poner música a esa explosión de éxtasis) y lleva vendidos más de 120 millones de discos. En sus conciertos,
ahora, viaja entre las esencias a uno y otro lado del Atlántico, buscando en las raíces celtas y su conexión con músicas americanas como el blues, el country y el rock. Así sonaba el «Privateering», de su único disco doble, el penúltimo, del que también caerían en Santiago «Corned Beef City» y «Hill Farmer’s Blues».

En Compostela, destino de un camino cosmopolita y donde sonidos como el whistle, la flauta o la gaita irlandesa suenan a asuntos domésticos, el público se sintió agraciado. Con ese embalaje y un minucioso juego de luces, los instrumentos celtas y los punteos de Knopfler compusieron en «Father and Son» un momento de intimidad con miles de testigos.

Una formación de hasta 8 músicos (teclado, piano, contrabajo, violín y cistros además de los instrumentos ya aludidos) lo acompañan en las últimas dos décadas. Este miércoles sirvieron al escocés durante 1 hora y 45 minutos, desde un comienzo con puntualidad británica. Abrió la noche «Broken Bones», uno de los temas de su último trabajo, al igual que «Skydiver», el punto de inflexión antes del momento cumbre.

Sostiene Mick Jagger que «nadie va a verte por tus nuevas canciones» y, aunque en el caso de Mark Knopfler, la apreciación a su nuevo repertorio es palpable, los decibelios del público se multiplicaron cuando sesentones y más jóvenes, viejos compañeros de juergas, padres e hijos, pudieron solazarse con las canciones legendarias. Knopfler sacó a pasear su National Style O y el Sar se entregó en «Romeo and Juliet«. Treinta y cinco años han pasado de su publicación; 30 cumple en 2015 el «Brothers in Arms», en cuya portada aparece una imagen de la característica guitarra. Era el momento de los himnos y la nostalgia y llegó primero el gran clásico «Sultans of Swing» para satisfacción general. Poco después se pudo ver la relación emocional entre la guitarra y el saxofón de Nigel Hitchcok en «Your Latest Trick».

De la histórica banda (de la que también formaba parte el teclista Guy Fletcher, todavía con Knopfler) llegaron al repertorio del Sar otras dos canciones icónicas, «Telegraph Road» y «So Far Away», el primer y aclamado bis. Cerró la noche «Going Home», una composición de su primera banda sonora para la película «Local Hero». Santiago disfrutaba del concierto del año como cierre de sus fiestas del Apóstol. Knopfler se ganó al público tras expresarse en todas sus facetas, en el camino que quiere recorrer en solitario. Sin renegar de un pasado, al que la disolución de la banda en 1995, no ha puesto el punto final del todo.

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