Texto y fotos: Javier Fraiz
La traslación a la música de «la sutil diferencia entre el orballo y el sirimiri» fue uno de los grandes elogios con los que este viernes sus colegas glosaron la música de Rubén Salvador, trompetista de origen vasco que emprende regreso a su tierra tras quedar embriagado por la hospitalidad de 3 años como músico y docente en A Coruña. Amigos, compañeros de composiciones y escenarios en su denominada Vertiente Atlántica, alumnos y el público restante del Garufa Club vibraron en su concierto despedida, en la noche que sirvió de muestrario de «Acúfeno», el nuevo disco de la R.S. Atlantic Faktor, una formación fraguada durante su estancia en Galicia. Supuso además la primera de las 15 noches del II Festival + Que Jazz. El programa, con el patrocinio de 1906, se mantiene hasta agosto en su afán de visibilizar la escena local y las poderosas sinergias que se generan entre músicos en este rincón bañado por el Atlántico, cuna de nuevos talentos y aficionados en satisfacción mutua.
El habilidoso saxofonista Pablo Añón, Miguel Cabana a la batería con un amplio abanico de recursos; el virtuoso modo de Iago Mouriño al piano y la ejecución infalible de Simón García, en el contrabajo, corrobaron las intenciones del concierto. Salvador (trompeta y Flugelhorn) les dedicó «A mis amigos», la traducción al castellano de un tema pensado para destacar la labor de sus colaboradores en la vertiente vasca.
La trayectoria del trompetista no es menor. Ahora se dispone a una gira por los Países Bajos. En septiembre entrará al estudio con la formación cantábrica del R.S., de vuelta en Euskadi. El viernes recordó la satisfacción de haber recogido, de la mano del fallecido Juan Claudio Cifuentes, alias Cifu, el galardón especial del jurado a Mejor Disco de Jazz en los Premios BBK 2012, por «Starting«, el primer disco del R.S. Faktor. El tema homónimo, el segundo en el repertorio de su noche de despedida, acreditó la influencia en su partitura de la música be bop y el estilo, según las épocas, de Miles Davis y Freddie Hubbard.
Con esos referentes emergía la sordina sobre un fondo funkie, en el tema antepenúltimo, de título evidente: «Good times in Galicia«. Antes del bis, una composición de aire flamenco que grabará en Euskadi sobre el barrio granadino de Albayzín, Salvador fue meridiano: «Amenazo con volver».
El trienio coruñés se salda con un disco, «Acúfeno», integrado en la totalidad por originales compuestos en A Coruña, independientemente del tiempo y el lugar. «Fiorson», el tema extendido que abrió la noche, se inspira en un viaje por Noruega. «Verónica«, la ocasión para que la cantante Lucía Souto se integrara con su voz, es una bossa nova «dedicada a mi hermana, pero también a mis hermanos de Coruña», que según dejó claro el trompetista no son otros que la vocalista y el batería Miguel.
En el tramo final demostró su maestría el otro invitado especial, Rubén Barros. Perdió la segunda cuerda en un solo; lo sorteó sin inmutarse ni que se apreciara un mal tono. La puesta de largo -y punto y aparte- del Atlantic Faktor incluyó una demostración de los ritmos «de cuando dormía 3 horas al día», así como la interpretación en lenguaje de quinteto de los paisajes sonoros que sugiere a Rubén Salvador el gran emblema de A Coruña. En «Hercules Tower«, dijo, se recrean musicalmente los principales elementos del faro milenario que vigila la ciudad. «El mar es el piano, la tierra es el contrabajo, el viento, la eléctrica y la trompeta», explicó Salvador. A Coruña, lo demostraron sus amigos en el escenario y en el público, una devoción.
