Texto y selección: Manuel Recio
No es muy habitual encontrar una figura en el mundo de la música negra como Roy Ayers, un auténtico innovador gracias a las notas de su vibráfono y sobre todo a su visión amplia del soul, del jazz, del rhythm’n’blues y del funk. Está considerado uno de los grandes maestros de los últimos 30 años. ¿Quién no ha bailado alguna vez al compás de «Everybody loves the sunshine»?
Roy Ayers nació en Los Angeles en 1940. Aunque empezó tocando el trombón, recibió un regalo muy especial de alguien muy especial: su primer vibráfono se lo proporcionó nada menos que Lionel Hampton, el primer vibrafonista de la historia del jazz y gran maestro del género. Pronto Ayers se introdujo en los circuitos del West Coast Jazz que predominaba en su entorno. Colaboró con el influyente flautista Herbie Mann y aprendió y asimiló el lenguaje del jazz.
Pero Roy Ayers no pasará a la historia (solo) como jazzista, su gran innovación fue evolucionar desde esos planteamientos cercanos al hard bop hasta llevarlos al soul, el funk y el rhythm’n’blues. Y será gracias a su proyecto de los 70, Roy Ayers Ubiquity, como se fraguó esa evolución. La música disco o el acid jazz deben mucho a los ritmos trepidantes y los rare grooves del maestro Ayers. Hasta tal punto fue así que es uno de los artistas más remixeados por los DJs de todo el mundo.
No contento con ser un rompepistas, Ayers siguió explorando los límites de la música negra e hizo incursiones en los ritmos africanos de la mano de Fela Kuti e incluso del hip hop.
Su versatilidad está a prueba de bombas y su interpretación más personal de la música ya es historia viva.