Reseña Pequeños Grandes Momentos 1906: Xoel López y Pepe Solla

Texto: Luis Miguel Flores
Fotografías: Alberto Acuña

Lo vivido anoche en el madrileño Teatro del Arte solo se puede calificar de experiencia sensorial múltiple. O algo así. Ajustándose al concepto «hay cosas que no deberíamos perder», el músico Xoel López y el cocinero Pepe Solla cocinaron un concierto (o pusieron banda sonora a una cocina) que agitó la memoria. Y los sentidos. Versiones nuevas de canciones y de platos que habitan en nuestras cabezas. Momentos pasados congelados en un instante único del presente. Pequeños Grandes Momentos 1906, claro está.

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Tras una breve introducción histórica y conceptual por parte de Juan Paz (Brand Manager de 1906)  y la inevitable presentación de los dos contendientes en esta lucha incruenta, tenía que ser «The Boxer» (de Simon & Garfunkel), el tema escogido por Xoel López para comenzar su paseo por la memoria. La lucha del protagonista contra los elementos, contra un entorno hostil y contra sí mismo le sirvió para rememorar su propio desembarco en Madrid.

Luego, sorpresa: «Todo lo que merezcas», estreno de una canción que irá en el siguiente álbum de Xoel -que anunció para el año que viene-, sucesor de «Atlántico» y -por lo escuchado- en una línea similar. La misma que marca en general la búsqueda del músico en los últimos tiempos, y en este mismo concierto, en pos de las raíces. La letra, descarnada y empapada en rencor, sencillamente desea su merecido a una -parece- ex-pareja non grata.

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Hablando de raíces, las hechuras Mod del origen musical del propio Xoel -muy presentes cuando estaba en grupos como The Riddles o Elephant Band en la segunda mitad de los 90- asomaron en su versión del imparable «Stop! In The Name Of Love» de las Supremes. Deliciosamente ralentizada, eso sí. Y estallaron definitivamente con su lectura del «Shangri-la» de los eternos Kinks. Eso sí, entre medias -heterodoxia manda- se atrevió (y venció) con la «Canción del jinete»: un poema de Federico García Lorca musicado por Paco Ibáñez. Ahí es nada.

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Luego llegó el turno de Pepe Solla. El cocinero gallego presentó cinco tapas apelando a instantes con los que todos nos podemos identificar. Versión gourmet de los spaghetti con tomate y atún que eran, son y serán un «greatest hit» en cualquier piso de estudiantes que se precie; de la menestra de verduras que ninguno nos quisimos comer en la infancia. Y una excepcionalmente acertada revisión de guiso elemental que ha reunido, reúne y reunirá familias: lentejas.

Solla recordó además su propia experiencia gastronómica juvenil con la recreación de un bocadillo de sardinas y queso. Bueno, su versión al menos sí llevaba la sardina. El que recuerda haber comido en un bar de su juventud solo incluía el aceite de la lata de sardinas… que se le servía a otro comensal. Toda esta comida -claro- iba siendo repartida entre el público y regada con dosis generosas (en realidad, ahí cada cual manda) de 1906 Red Vintage ‘La Colorada’.

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En esas, Xoel y Pepe se reunieron en el escenario para preparar, degustar y compartir la última tapa. El cocinero le había pedido al músico que la eligiera. El músico recordó a su vez una versión enrollada de un clásico inmortal de la cocina gallega: lacón con grelos. Y Solla diseñó una de/reconstrucción del asunto con espuma de grelos, lacón picado y una sencilla corteza como soporte.

Si había tapa conjunta… tenía que haber tema. Pepe Solla demostró aptitudes musicales (cantando y a la guitarra) compartiendo con Xoel López una hermosa canción-abrazo: «Throw Your Arms Around Me» de los australianos Hunters & Collectors. Así que la cosa solo podía acabar… con un abrazo entre ambos. Y todos a casa con la memoria, el oído, el estómago (y hasta el alma) bien alimentados.

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