Dave Douglas High Risk en VIII Ciclo 1906 de Jazz. Foto: Jaime Massieu

Texto: Luis Miguel Flores
Fotografía: Jaime Massieu

Cuando alguien de por sí arriesgado llama «alto riesgo» a su nuevo proyecto musical… podemos esperar cualquier cosa. Si contamos con el pedigrí y la vocación de borrar fronteras de Dave Douglas, podemos esperar cosas -como mínimo- interesantes. Si añadimos a un batería como Mark Giuliana, al bajista Jonathan Maron y al mago de la electrónica Shigeto, la apuesta es -definitivamente- ganadora. No quedaba otra: lo de Dave Douglas High Risk en el Teatro Lara fue estratosférico.

Tras una breve introducción del director artístico del VIII Ciclo 1906 de Jazz, Carlos López (que nos recordó la existencia de Round About Jazz & 1906), el cuarteto saltó al escenario a arrancar -con divertidos aspavientos de Douglas- un aplauso inicial. Innecesario hacerlo de nuevo: desde el segundo uno, las bases de Shigeto -más atmosféricas en su arranque, metamorfoseando sin parar después- y esas formas circulares de la trompeta (fluyendo, flotando… ¿dónde acaba el solo y dónde empieza la melodía? ¿cuándo entra y cuándo sale?) marcaron el discurrir. La sección rítmica fue envolviendo el sonido poco a poco hasta que Dave Douglas -casi en modo surfista- cabalgó sobre la ola rítmica y la espuma electrónica con maniobras extrañamente funk.

Dave Douglas High Risk presentaba así su disco homónimo de debut -publicado en Greenel sello del propio Douglas- en el que se cimentó el repertorio. A diferencia de otros proyectos de fusión de jazz y electrónica -tanto en directo como en la grabación-, el cuarteto jamás cae en el temible «turismo sintético». El eje Douglas / Shigeto es original e impecable (se miran, siguen y persiguen sin cesar) y los sonidos sintéticos tienen una importante parcela, empastando sin fisuras (podemos hablar sin vacilación hasta de solos de electrónica) con lo acústico y con un bajo eléctrico apoyado en pedales de distorsión y un teclado.

Se multiplican los momentos memorables: Douglas, trompeta al viento, entre Morricone y el klezmer bastardo de los Masada de John Zorn -donde militó en los 90-, elevando un lamento escalofriante que se disuelve entre los clicks and cuts de Shigeto y una acometida de la batería de Mark Giuliana rematada en enorme solo abstracto. La rara belleza de un Douglas silbando a través de su trompeta sobre un pantano de electrónica del que emergen loops y melodías evanescentes como burbujas. Jonathan Moran agachado sobre los pedales cual bass hero ruidista.

Y entre tanta y tan completa actividad, ojos y oídos bien abiertos, no nos damos cuenta de que la cosa… se acaba. Cuando somos por fin conscientes, aplaudimos con saña e intensidad; aplausos que nos devuelven a High Risk al escenario con un Douglas que, entre bromas, –«después de tocar me lavaré las manos para poder estrechar las vuestras y montar una fiesta», léase hablar con los fans y formar discos- presenta «Cardinals»: inspirada por el asesinato de un adolescente negro a manos de un policía blanco en Ferguson, Missouri. Un valle de dub que acaba remitiendo a los Tortoise de mediados de los 90 (¿alguien se acuerda del post-rock?). Más dub -con elucubraciones hiphoperas- en el segundo bis… y a casa. Felices: el factor de riesgo ha merecido -y mucho- la pena.

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