Crónica de Eric Revis Quartet. Jazz Filloa, A Coruña. 21 de mayo de 2015. VIII Ciclo 1906

Texto y fotografías: Javier Fraiz

Nada más deshacer el equipaje, el Día Sin Música, el miércoles en Madrid, convirtió tocar en un imposible. La siguiente paradoja tras la huelga de los locales por el IVAzo cultural cogió a Eric Revis en A Coruña, en mitad de un solo. Encorvado sobre el contrabajo, sin soltar la clave, el ganador de un premio Grammy fulminó de una mirada a un tío pasado de vueltas que, en ese momento, decidía avanzar a empellones desde su mesa a la barra del Jazz Filloa. Fue a por un vodka y un ron con la misma sutileza que un ladrón que se da a la fuga y olvida el DNI.

El ruido, de haberlo, debía obedecer a un porqué. Manipulaba el contrabajista, alto y vigoroso, la inserción de las cuatro cuerdas, las rasgaba de lado a lado o empleaba el arco para buscar un chirrido. En otros momentos, percutía con decisión y rapidez, obteniendo sonidos redondos, rotundos como las tildes en las palabras agudas. Así sucedió en el solo que introdujo el tema final del concierto. Durante la noche, los dos saxofonistas que realzan el Eric Revis Quartet, enredados en discusiones musicales y en una dialéctica permanente, establecían una de las capas de la formación. En la subterránea, el líder y el batería Chad Taylor, con estética a lo Art Blakey, aunque mucho menos marcial, marcaban el tempo. Hacían el edificio y daba la impresión de que no había planos. Improvisando, definieron el envoltorio rítmico del cuarteto.

Crónica de Eric Revis Quartet. Jazz Filloa, A Coruña. 21 de mayo de 2015. VIII Ciclo 1906

Los metales no cedían la última palabra, alto y tenor remedaban sonidos fabriles. El primero, Darius Jones, acabó el último bis sobre una banqueta. Durante buena parte de la noche coruñesa, organizada por el VIII Ciclo 1906 de Jazz, anclaba la vista en algún punto remoto del pequeño local y dominaba el saxofón, con los mismos aspavientos que si modelase un globo, exprimiendo los tonos agudos. Se demostró que el instrumento, que parecía un juguete manejable en su cuerpo imponente, efectivamente lo era. Pero hay que saber jugar.

En el tenor, Bill McHenry, el interlocutor con el público por su buen español, hacía sonar de pronto una queja estentórea; por momentos sus soplidos recordaban a la bocina de un camión. En el inicio del concierto, los dos saxofonistas recrearon el ambiente de un atasco. Con notas atonales, contestándose, simulaban el ruido estresante de una espera. Por detrás, Revis y Taylor reproducían musicalmente cómo opera el nerviosismo.
Enseñó George Orwell que ver lo que uno tiene delante de la nariz requiere un esfuerzo gigantesco. El jazz es tan complicado que a veces suena fácilmente, te envuelve con un tacto de terciopelo. Pero sabe ponerse rudo. El cuarteto de Revis tanto afilaba las notas como disponía fraseos romos, con silencios intercalados entre algunos movimientos experimentales.

Crónica de Eric Revis Quartet. Jazz Filloa, A Coruña. 21 de mayo de 2015. VIII Ciclo 1906

En algunos pasajes, el grupo se disocia y juega a dos dúos de contrapuntos, acompañamientos o disonancias. En puntos culminantes de mitad o término de un tema, se reúnen al únisono como si contaran cuentos tenebrosos en la hoguera. Entremedias la filosofía puede saltar de free jazz a un punto de encuentro más armónico, a un standard pasajero. El resultado puede escucharse en «In memory of things yet seen» (Clean Feed, 2014), el disco más reciente de la formación, que tras la gira por España de la mano de 1906 seguirá con las presentaciones por capitales como Amsterdam, París o Barcelona.

Crónica de Eric Revis Quartet. Jazz Filloa, A Coruña. 21 de mayo de 2015. VIII Ciclo 1906

En el Filloa de A Coruña, que programa jazz desde 1980, el escenario está cosido al público. El espacio es un salón compartido. En una pared, un cartel subraya el paso de Wynton Marsalis por la primera edición del festival local. Este apellido, casi una devoción, marca un hito en la carrera del contrabajista. Ellis, el patriarca, fue tutor de Revis en la Universidad de Nueva Orleans, antes de encaminarse al sonido vanguardista que cultiva en solitario desde su debut como líder, en 2004 (ha firmado 5 álbumes). Desde 1997, el contrabajista situado en ese filo entre continuación y modernidad es miembro estable de la formación de Branford Marsalis. «Hay CD’s disponibles, hay CD’s disponibles», dice en la despedida del concierto.

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