Texto: Daniel Pascual
La trayectoria de Aaron Parks da vértigo. En plena adolescencia ya estaba embarcado en giras y comenzaba con sus primeras grabaciones. Desde ese momento la lista de hitos es envidiable, (giras, grabaciones y un Grammy con Terence Blanchard, colaboraciones con Christian Scott, Eric Harland, Joshua Redman, Kurt Rosenwinkel, etc.), para un artista que aun no ha llegado al ecuador de la treintena. Pero créanme, no se trata solo de talento, el pasado día 20 de abril en el Café Berlín de Madrid hubo magia en el escenario.
El trío lo completaban el contrabajista Ben Street, compañero y amigo de Parks desde hace más de 10 años, también con una solidez y experiencia abrumadora (Lee Konitz, Danilo Perez, Kurt Rosenwinkel, etc.), y el no menos joven Billy Hart. En este caso no nos referimos a su edad sino a su actitud y a su puesta en escena. Completamente involucrado desde el minuto uno, su gesto y su expresión solo transmitían buenas sensaciones mezclando a la perfección las escobillas con los precisos golpes de baqueta firmes y potentes que por momentos me hicieron recordar aquella frase de Count Basie que decía algo así como “El swing puede tocarse con una sola nota”. El bueno de Billy Hart tiene 78 años.
Todo apuntaba a una noche increíble y así lo fue. El propio Parks dice que tocar con Hart y Street le permite saber en todo momento donde esta el centro y la periferia. Lo que me imagino es que la sección rítmica del trío es el balance perfecto, el equilibrio necesario para él.
Desde los primeros acordes quedaba claro que hay algo más allá de su música. La complicidad del trío se veía y se sentía. Un brillante Aaron Parks llevando el timón con un estilo suave, quizá sencillo pero puede que a la vez también complejo, en cualquier caso con un estilo dinámico que te llevaba hacia alguna parte. Hart continuamente buscando con la mirada y sonriendo a sus compañeros, cómplice, activo, daba la sensación de que tenía licencia para todo. Eso si, una licencia con muchas estrellas (Jimmy Smith, Wes Montgomery, Herbie Hancock, Miles Davis, Stan Getz, etc.). Y un Ben Street atento a todo, mirando desde las alturas, que arrancó varios aplausos a un público especialmente atento.
El propio Aaron reconoció la importancia y el cambio que supuso grabar para el sello ECM, encontró un sonido diferente y muy especial, único. Después de un disco a piano solo (Arborescence. 2013), en este último trabajo (Find the way. 2017) hay referencias directas a Alice Coltrane, a la que dedica uno de los temas del disco y a clásicos como Keith Jarret al que hizo algún que otro guiño, además de todas sus influencias contemporáneas.
Lo que tuvimos la suerte de vivir la pasada noche en el Café Berlín fue una música cercana y accesible, no demasiado arriesgada pero impecable y exigente para el espectador, no se trataba de grandes solos, ni de un virtuosismo evidente, sino más bien de centro y periferia, de balance y equilibrio, o de transiciones silenciosas en las que de repente dejas de tener clara la diferencia entre el momento en el que están improvisando y el que resuelve con la vuelta a la melodía.
La guinda del pastel la puso un invitado especial, Jerry Gonzalez, que puso el toque Latino con un par de temas y un emotivo abrazo a Billy Hart en una velada de las que te dejan buen sabor de boca y ganas de llevarte un trocito de lo que has escuchado a casa.