Texto y fotos: Javier Fraiz
En el prólogo de la madrugada del jueves, en Lugo, Jacobo de Miguel se encarga del trámite del micrófono, porque la idea capital es la suma de tres. En el Maratón de Jazz del pasado verano, la terna se llamaba Kin García Trío, por el contrabajo. Ambos y Noly Torres, que también era de la formación en la Plaza de la Quintana, tocan con frecuencia y se entienden con una mirada. Con el pianista en el cartel es también su repertorio el que se impone en este concierto del XXV Festival de Jazz de Lugo. Y frente a las intenciones más experimentales y constructivistas del músico de cuerda, grande en la escena gallega, el trío concede un concierto impecable, sin un error apreciable y de digestión fácil. Intercambios de swing y vanguardia, adaptaciones de canciones populares y un repertorio de una hora para saborear el jazz con la primera copa.
Ocurrió en el club Clavicémbalo, germen del festival local y sala de referencia a punto de su trigésimo aniversario. El pianista de origen asturiano ha concebido un disco junto al vibrafonista Ton Risco, otro joven talento del jazz nacional. «Trío número 1« abrió la noche. «Correa de ventilador» arrancó todas las sonoridades del trío. De Miguel la compuso para traducir esa idea o conflicto que te martillea. Un obstinato de mano izquierda para hacer la metáfora que da el título. La canción dibuja un arabesco desde un comienzo marcado por el palmeo a ritmo y contrarritmo de Noly Torres en el timbal y la caja, golpeando otras instantes el cromado con la baqueta mientras la pauta del piano asume la narración. Jacobo exhibe algún otro original. «Mucho de nada», como explica, es un elogio a la sencillez y la brevedad.
One, two, three, previene a sus compañeros al marcar el tempo de entrada a cada canción. Parece que todo ha terminado y aparece Kin García. «¿Que? ¿Non queredes outra?», dice esta vez. Solo había hablado para bautizar de improviso un tema del directo compuesto por él, porque cuando toca, y embrida y reordena las corcheas como un saxofonista, sobran las palabras. -«¿Cómo se llama, Kin?», preguntó Jacobo al contrabajista mariñeiro. -«Chámase…Tema 3, chámase Tema 3«.
Casi terminando, el trío pasó por su tamiz un himno de forma y fondo trascendental, el «A Perfect Day» de Lou Reed. Como acostumbra Brad Mehldau con versiones de otros géneros (por ejemplo, el «Smells like teen spirit» de Nirvana), el trío trae al repertorio una pieza igual de ajena,«Girl on Fire» de Alicia Keys. El pianista atrapa la épica del estribillo pop en su cordaje, meciendo la canción en un adagio. En más de una ocasión Jacobo pone en orden el ritmo desigual del trío, caótico y preciso. Arrastra al resto a varios compases en común, devuelve el protagonismo a la melodía. Es la argamasa entre los tres instrumentos, tan bien empastados para el oído medio.