Texto y selección: Manuel Recio
Palabras mayores. Al hablar de Sam Cooke, nos estamos refiriendo a la Gran Voz del soul, con mayúsculas. Quizá junto con Ray Charles, son los máximos artífices de pasar de la música gospel de las iglesias a lo que luego se dio en conocer como soul. Su voz lánguida, dulce y romántica enamoró a toda una generación. Su prematura muerte nos libró de un mito de la música negra. No obstante Sam Cooke ha pasado a la historia con inmortales clásicos del soul como «You Send Me» y «A Change Is Gonna Come».
Nací en el río, en una pequeña tienda de campaña y como el río, desde entonces he seguido mi camino, dice la letra de su antológico «A Change Is Gonna Come», uno de sus mayores éxitos y para muchos la primera canción protesta. Pero Samuel Cooke no nació en el río, sino en la población sureña de Clarksdale, Mississippi. Empezó cantando, como era habitual en los negros de la época, en la iglesia y conjuntos vocales.
En 1956 tuvo su primer éxito «Lovable» pero lo firmó bajo el pseudonimo de Dale Cooke para no desencantar a su público gospel. Sin embargo el productor de Specialty Records, Art Rupe, quien contaba en su sello a Little Richard, lo fichó con la intención de hacer de Sam el nuevo Richard. Afortunadamente en cuanto hizo su primera grabación, la seminal «You Send Me», descartó esa idea y convirtió a Cooke en la nueva estrella del incipiente soul.
Una de las particularidades de Sam, amén de su personalísima voz, era que componía sus propias canciones. Pronto Sam fue el primer afroamericano en fundar su propio sello SAR Records y se convirtió en un comprometido activista por los derechos civiles. Pero todo se truncó de repente con su enigmática muerte el 11 de diciembre de 1964, acribillado a balazos por la dueña de un motel a la que supuestamente iba a agredir. Las causas de la muerte nunca llegaron a estar del todo claras.